A una semana de celebrada la primera vuelta (y de conocidos ya a los candidatos que disputarán la segunda), tres factores pueden ayudar a entender sus resultados. Los tres, por supuesto, están imbricados entre sí y deben ser analizados en conjunto. El primero es el crecimiento que registró Pedro Castillo (Perú Libre) en la última semana de la campaña electoral. Siete días antes de los comicios, Castillo registraba un 7,9% de intención de voto y se ubicaba en el séptimo escalón de las preferencias en el sondeo de Ipsos-El Comercio realizado el 31 de marzo y difundido el domingo 4 de abril. Tres días después, el 7 de abril, Ipsos-Apoyo lo colocaba ya en el segundo lugar, con un 12,7% y apenas dos décimas por detrás de Keiko Fujimori (que encabezaba dicho sondeo con un 12,9%). Y en la víspera de la jornada electoral, el sábado 10 de abril, Castillo apareció cómodamente en la cúspide, con un 14,8%. En otras palabras, prácticamente duplicó su apoyo en una semana. Pero este crecimiento fue aun más llamativo por el segundo de los factores que mencionamos líneas arriba: la atomización del voto.
Estas elecciones enfrentaron a 18 candidatos. Aunque el número no es el más alto registrado en los últimos años (en el 2006, por ejemplo, hubo 20 aspirantes en liza), en esta oportunidad las candidaturas no convocaron a un alto número de votantes (como sí ocurrió, en cambio, en el 2006, cuando Ollanta Humala obtuvo el 30,6% de los votos en primera vuelta, seguido de Alan García, con el 24,3%, y Lourdes Flores, con el 23,8%). No en vano, Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos Perú, la ha calificado como “la elección más fraccionada de la historia”. Así, con un voto tan desperdigado entre muchos candidatos con poco apoyo popular, un empujón en la última recta de la campaña podía ser clave para definir el pase a la segunda vuelta. Esto, finalmente, fue lo que ocurrió.
En tercer lugar, los dos candidatos que llegaron al balotaje lo han hecho con el porcentaje más bajo de votos de los últimos 40 años. Tal y como señala un informe de El Comercio (17 de abril), menos del 20% del electorado ha votado por Castillo o por Fujimori; algo inédito desde el retorno a la democracia en nuestro país, en 1980. El voto en blanco sumado al ausentismo, por otro lado, alcanzó el 37%, un número insólito en las elecciones peruanas del siglo XXI.
Así, entramos a la recta final de estos comicios: la segunda vuelta.
A pesar de que Castillo ingresó relativamente cómodo a la segunda vuelta, es necesario poner sus cifras en contexto. El candidato de Perú Libre recibió el 19,11% de los votos válidos, pero solo el 10,58% del total de electores habilitados para sufragar. En Lima, donde se concentra un tercio del electorado (32,9%), Castillo llegó en quinto lugar, con un 7,8%, bastante rezagado en comparación con los primeros puestos. Su principal apoyo provino de las regiones (ganó en 16 de las 26 circunscripciones electorales), en algunas de las cuales alcanzó una votación mayor al 50% (como Huancavelica, Ayacucho y Apurímac).
Después de Lima, la segunda región con mayor población electoral es La Libertad (5,7%). Allí el ganador fue César Acuña (21,2%), Keiko Fujimori llegó segunda (16,7%) y Castillo, cuarto (11,5%). A La Libertad, le sigue Piura (5,5%), donde ganó Fujimori (24,8%) y Castillo llegó tercero (10,1%). Finalmente, en cuarto lugar, se halla Arequipa, que aglutina al 4,5% de los electores peruanos. Allí, Castillo se impuso con un 32,2% y Fujimori llegó sexta, con apenas el 5% de apoyos.
Dicho de otro modo, es distinto que Castillo haya ganado en la mayoría de las regiones en la primera vuelta a que registre un amplio voto en todo el país, por lo que su victoria el próximo 6 de junio está lejos de ser cantada.
De hecho, nuestra matriz de transferencia de votos por circunscripciones electorales (las 25 del país más el voto extranjero) muestra que Keiko Fujimori estaría ganando en una segunda vuelta, aunque por una ligera diferencia sobre su rival. Es necesario acotar que esta es una primera matriz y que los números podrían cambiar conforme se vaya desarrollando la segunda vuelta (faltan siete semanas para que volvamos a las urnas). Ahora bien, ¿qué nos sugiere la matriz y por qué arroja un porcentaje favorable hacia Fuerza Popular?
Su principal rasgo es la escisión que este proceso electoral está evidenciando entre Lima y el resto del país. En la capital, por ejemplo, podría imponerse cómodamente Keiko Fujimori sumando el respaldo de los dos partidos políticos que obtuvieron los primeros lugares: Avanza País (16,4%) y Renovación Popular (16,4%). De hecho, el candidato presidencial de esta última agrupación, Rafael López Aliaga, anunció el último domingo en una entrevista televisiva que votará por la candidata de Fuerza Popular. Esta fractura también fue recogida por Ipsos, en el primer sondeo de cara a la segunda vuelta difundido por América TV el 18 de abril. En este, Castillo estaría obteniendo un 26% de votos en Lima y un 51% en las regiones, mientras que Fujimori alcanzaría el 43% en la capital y el 24% en el resto del país.
Más allá de Lima, Keiko Fujimori podría beneficiarse en algunas regiones con una transferencia de votos de los partidos políticos que, aunque no alcanzaron el balotaje, obtuvieron porcentajes nada desdeñables en la primera vuelta en varias circunscripciones. Hablamos, por ejemplo, de Restauración Nacional, Avanza País, Alianza Para el Progreso (principalmente en el norte), Victoria Nacional (en el oriente) y Podemos Perú. Todas estas, agrupaciones que parecerían más cercanas a Fuerza Popular que a Perú Libre.
En el caso de Castillo, por otro lado, los partidos políticos que figuran como los más emparentados con su propuesta no parecerían estar en condiciones de sumarle muchísimos votos. Aquí encontramos, por ejemplo, al Partido Nacionalista, Unión Por el Perú, RUNA y el Frente Amplio. En cuanto a Acción Popular y a Juntos Por el Perú, las dos agrupaciones mejor situadas en la primera vuelta que podrían trasvasarle votos, no está garantizado que vayan a endosarlo orgánicamente. Respecto del primero, porque dentro del partido de la lampa existen varias facciones, algunas de ellas con notables diferencias respecto del modelo económico vigente. Y respecto del segundo, porque si bien la propuesta económica de Juntos Por el Perú está mucho más cerca a Perú Libre que a Fuerza Popular, su agenda social está, no solo distante, sino más bien en las antípodas del candidato Castillo.
En síntesis, a Keiko Fujimori (que obtuvo un 13,4% en primera vuelta) le pueden sumar muchísimo los apoyos de los votantes de Rafael López Aliaga (11,7%), Hernando de Soto (11,6%), César Acuña (6%), George Forsyth (6%) y Daniel Urresti (5,6%), mientras que a Pedro Castillo (19%) no le sumarían demasiado los endoses de Ollanta Humala (1,6%), Ciro Gálvez (0,6%), José Vega (0,7%) o Marco Arana (0,5%). Y no está claro cuánto apoyo pueda recibir de los electores que apostaron por Yonhy Lescano (9,1%) y por Verónika Mendoza (7,9%) en la primera vuelta.
A pesar de lo anterior, sin embargo, hay que decir que una victoria de Castillo no sería nada sorpresiva. Según el sondeo de Ipsos-América TV del 18 de abril, el antivoto hacia Fujimori ascendería hasta el 55%. Si bien es cierto se trata de un porcentaje bastante menor al que registraba la misma candidata en enero (71%), la cifra todavía es robusta, y mucho mayor que la que registraría Pedro Castillo (33%). Así, no sería descabellado pensar que muchos votantes de los partidos políticos que –como mencionamos en el acápite anterior– podrían trasvasarle votos a Fujimori terminen por inclinarse más hacia Castillo o simplemente vicien su voto para no endosárselo a la ex congresista.
Por otro lado, el sondeo de Ipsos-América TV sostiene que el antivoto fujimorista no es un fenómeno transversal, sino que presenta algunos contrastes: es más fuerte en las regiones (61%) que en Lima (43%), más rural (67%) que urbano (58%), y más asentado en el centro (74%) y sur (68%) del país, que en el norte (54%) y el oriente (52%).
Otro factor a tomar en cuenta es que, por mandato judicial, Keiko Fujimori no puede desplazarse hacia las regiones, precisamente la arena en donde debe de luchar para arrebatarle votos a Castillo o para convencer a los que eligieron a alguna de las 16 opciones que no alcanzaron la primera vuelta a que la respalden.
En resumen, si bien tanto Fujimori como Castillo despiertan temores en grandes sectores del electorado, el segundo parece encontrar menos resistencia en las regiones (su antivoto en Lima, según Ipsos-América TV, por ejemplo, llega al 50%, lo que sugeriría una victoria casi utópica en la capital). Como mencionamos anteriormente, Castillo se impone en 16 de las 26 circunscripciones, incluidas las regiones natales de otros candidatos (por ejemplo, le gana a Yonhy Lescano en Puno, a Verónika Mendoza en Cusco y a Hernando de Soto en Arequipa). Las opciones electorales de Keiko Fujimori, por otro lado, pasan por imponerse en Lima con cierta holgura (no le bastaría una victoria reñida), por afianzar su liderazgo en los lugares donde su antivoto es menor, como las zonas urbanas y en el norte y el oriente del país (beneficiándose con los votos que recibieron César Acuña y George Forsyth, respectivamente), y por socavar el apoyo de Castillo en el centro y sur, donde ella conserva un alto antivoto. Por supuesto, para lograr todo lo anterior es necesarioque luche para que sea percibida como el mal menor, no solo en Lima, sino en las principales ciudades del país.
Cubrimos todo y no dejamos nada al azar. No hay nada que no podamos manejar.
Listos para pasar al siguiente nivel.